A principios del siglo XX la parroquia de San Bartolomé alquiló a las familias más necesitadas de Petrer los terrenos que rodeaban el castillo, incluida la muralla, para que pudieran excavar sus casas. No obstante, no era el único emplazamiento de la localidad donde podíamos encontrar este tipo de construcción.
En total existían unas 220 casas-cueva repartidas por todo el término municipal, aunque la mayoría se encontraban en la rambla de Puça (coves del riu); en las laderas del castillo (coves del castell y coves de la Bienvenida); y en partidas rurales como Aiguarrius, Pepiosa, el Forcat y la Llobera. A finales de los 70 asistimos al abandono de estas casas-cueva, y a la compra de muchas de ellas por parte del ayuntamiento.